lunes, 2 de enero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :
3 de ENERO
“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”
(Juan 7:24).
Una de las debilidades más profundamente arraigadas de la
humanidad caída es la tendencia persistente a juzgar según la apariencia.
Juzgamos a una persona por lo que vemos. Juzgamos a un automóvil usado
por la chapa. Juzgamos a un libro por su portada. Nos decepcionamos y a
pesar de tantas veces que quedamos desilusionados, tercamente rehusamos
aprender que “no todo lo que reluce es oro”.
En su libro Hide or Seek, James Dobson dice que la belleza física
es el atributo personal que más valoramos en nuestra cultura. Hemos hecho
de ella lo que llama: “la moneda de oro del valor humano”. Así resulta que
un niño hermoso se vea más favorecido por los adultos que uno común y
corriente. Los maestros tienden a dar mejores notas a los niños atractivos.
Se disciplina menos a los niños bonitos que a los demás. Los niños de
aspecto más sencillo están más sujetos a ser culpados por su mala conducta.
Samuel habría escogido al alto y guapo Eliab para ser rey (1 S.
16:7), pero el Señor lo corrigió: “Pero Yavé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón.»”.
En la historia, el caso más grave de un juicio equivocado ocurrió
cuando el Señor Jesús visitó nuestro planeta. Aparentemente no era
atractivo en cuanto a su apariencia física. No tenía atractivo, y cuando los
hombres le vieron, no encontraron parecer en Él, ni hermosura para que le
desearan (Is. 53:2). ¡No pudieron ver belleza en la única Persona
verdaderamente hermosa que jamás haya vivido!
Con todo, Él mismo nunca cayó en la trampa terrible de juzgar
según la apariencia, porque antes de Su venida se había profetizado de Él:
“No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos”
(Is. 11:3). En Su opinión, no es el rostro lo que cuenta, sino el carácter. No
es la portada, sino el contenido. No es lo físico, sino lo espiritual.
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