domingo, 15 de enero de 2017

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos.»

Palabra del Señor

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 16 DE ENERO DEL 2017 :

HABLEMOS DE VINO

Recuerdo una conversación reciente con un prestigioso bodeguero al que conozco desde hace tiempo, prácticamente, de la familia. Él hablaba por teléfono pidiendo nuevas barricas para la cosecha cercana. Al terminar, le comenté:

“Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos”.
Y él, sonriendo me dijo:

Bueno, no creo que eso lo dijera por razones vinícolas, porque la utilización de barricas nuevas para vinos nuevos es algo que ha empezado a hacerse en los últimos 30-40 años.
Le pedí que me explicara un poco más…

En realidad todavía hoy, en muchas bodegas, se usan barricas viejas pero más bien para abaratar costes, ya que por el desgaste del odre, el vino se “ensucia”, toma notas de sabor que no le son propias.
Yo seguía pensando en el Evangelio y cada vez me impresionaba más lo que contaba…

… Aunque, claro, depende mucho de la calidad del odre en sí: si la calidad es mala, da igual que sea nuevo o viejo… Algunos dicen que prefieren lo viejo pero, sinceramente, en una cata a ciegas, elegirás el vino de barrica nueva porque sabe más a sí mismo…
Desde aquella conversación inocente, cuando leo este Evangelio, sonrío sorprendida por dentro y me asombro una vez más de la audacia de Jesús. No sólo para contarnos con imágenes cercanas cómo es Dios y su Reino, sino también para vivir tan abierto a la vida que todo lo que le rodeaba se convertía en posibilidad para anunciar la Buena Noticia.

Nos pasamos la vida poniendo remiendos y paños calientes… y sabemos que no funciona. Que los parches sólo son parches… y que lo viejo termina por romperse y derramar lo que hayamos depositado. Pero nos es mucho más fácil y cómodo poner parches antes de buscar nuevas barricas que puedan acoger lo nuevo, lo que nos cuestiona, lo que duele, lo que no entendemos, lo que ni siquiera sabemos que va a llegar… Porque cuanto más viejo sea nuestro odre, más “contaminaremos” el vino, por bueno que sea.
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