viernes, 20 de enero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :

21 de ENERO

“El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y le atormentaba un
espíritu malo de parte de Dios ” (1 Samuel 16:14).
Hay versículos en la Biblia que parecen decir que Dios hace cosas
malas. Por ejemplo, en el tercer año del reinado de Abimelec, rey de Israel:
“Envió Dios un espíritu de discordia entre Abimelec y los hombres de
Siquem” (Jue. 9:23). En otra ocasión el profeta Micaías le dijo al impío rey
Acab: “He aquí Yavé a puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus
profetas” (1 R. 22:23). Job atribuía sus pérdidas al Señor cuando dijo:
“¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job
2:10). Y una vez más en Isaías 45:7 el Señor mismo dice: “...que formo la
luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad”.
Sin embargo, sabemos que ya que Dios es Santo, no puede originar
el mal ni disculparlo. El Señor no es el causante del pecado, la enfermedad,
el sufrimiento o la muerte. Dios es luz, y no hay tinieblas en Él (1 Jn. 1:5).
Es inconcebible que Él sea el origen de algo que se contrapone a su propia
perfección moral.
Las Escrituras afirman que Satanás es el autor de la enfermedad, el
sufrimiento, la tragedia y la destrucción. Las pérdidas que Job sufrió y su
intenso dolor fueron la obra del Maligno. Jesús dijo que la mujer encorvada
había estado atada por Satanás por dieciocho años (Lc. 13:16). Pablo se
quejaba de un aguijón en su carne y se refería a ella como: “un mensajero
de Satanás” (2 Co. 12:7). Satanás es el culpable de todos los problemas que
padece la humanidad.
Pero ¿cómo podemos reconciliar todo esto con aquellos versículos
que describen a Dios dando origen al mal? La explicación es simplemente
ésta: En la Biblia a menudo se dice que Dios hace algo cuando Él
permite que suceda. Ésta es la diferencia entre Su voluntad directiva y Su
voluntad permisiva. Con frecuencia permite que Su pueblo atraviese
experiencias que nunca habría deseado para ellos. Permitió que Israel
vagara por el desierto cuarenta años mientras que Su voluntad directiva, si
ésta hubiera sido aceptada, les habría llevado a la Tierra Prometida por una
ruta más corta.
Pero aun permitiendo que los demonios o el hombre hagan el mal,
Dios siempre tiene la última palabra. Invalida el mal para Su propia gloria
y para bendecir a aquellos que por medio de él son ejercitados.
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