REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :
14 de ENERO
“Porque todo es vuestro” (1 Corintios 3:21).
Los santos de Corinto discutían acerca de cuál de los líderes de la
iglesia era el mejor. Para unos, Pablo era el ideal. Otros hacían de Apolos
su favorito. Y algunos creían que Cefas era superior. Pablo les decía que era
absurdo limitar su elección a uno sólo, cuando todos estos hombres les
pertenecían. En vez de decir: “Apolos es mío”, debían decir: “Pablo,
Apolos y Cefas son míos”.
Éste es un mensaje muy oportuno para nosotros en estos días.
Erramos cuando nos convertimos en seguidores exclusivos de cualquier otro grande don de Dios
para la Iglesia. Todos estos hombres son nuestros y podemos regocijarnos
en la medida de luz que cada uno de ellos nos brinda. No debemos ser
seguidores de un hombre solamente.
Y no sólo los siervos del Señor son nuestros. También lo es el
mundo entero. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Un día
volveremos y gobernaremos al mundo con el Señor Jesús. Mientras tanto,
los inconversos gobiernan al mundo como si les perteneciera. Pero no les
pertenece. Son únicamente dirigentes que lo administran temporalmente
hasta que llegue el día en que tomemos posesión.
La vida es nuestra. Esto no sólo significa que tenemos vida; todos
los hombres la tienen. Quiere decir que tenemos vida abundante, vida
eterna, la vida misma de Cristo. Nuestra vida no es vanidad y aflicción de
espíritu. Está llena de sentido y propósito.
Aun la muerte es nuestra. Ya no pasaremos el resto de nuestra vida
sujetos a esclavitud por temor a la muerte. La muerte es ahora el mensajero
de Dios que arrebata nuestras almas para llevarlas al cielo. Por lo tanto,
morir es ganancia. Además de todo esto, pertenecemos a Cristo, y Cristo
pertenece a Dios. Cuando medito en esto me acuerdo del comentario
ingenioso de Guy King: “¡Qué pordioseros tan afortunados somos!”
14 de ENERO
“Porque todo es vuestro” (1 Corintios 3:21).
Los santos de Corinto discutían acerca de cuál de los líderes de la
iglesia era el mejor. Para unos, Pablo era el ideal. Otros hacían de Apolos
su favorito. Y algunos creían que Cefas era superior. Pablo les decía que era
absurdo limitar su elección a uno sólo, cuando todos estos hombres les
pertenecían. En vez de decir: “Apolos es mío”, debían decir: “Pablo,
Apolos y Cefas son míos”.
Éste es un mensaje muy oportuno para nosotros en estos días.
Erramos cuando nos convertimos en seguidores exclusivos de cualquier otro grande don de Dios
para la Iglesia. Todos estos hombres son nuestros y podemos regocijarnos
en la medida de luz que cada uno de ellos nos brinda. No debemos ser
seguidores de un hombre solamente.
Y no sólo los siervos del Señor son nuestros. También lo es el
mundo entero. Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. Un día
volveremos y gobernaremos al mundo con el Señor Jesús. Mientras tanto,
los inconversos gobiernan al mundo como si les perteneciera. Pero no les
pertenece. Son únicamente dirigentes que lo administran temporalmente
hasta que llegue el día en que tomemos posesión.
La vida es nuestra. Esto no sólo significa que tenemos vida; todos
los hombres la tienen. Quiere decir que tenemos vida abundante, vida
eterna, la vida misma de Cristo. Nuestra vida no es vanidad y aflicción de
espíritu. Está llena de sentido y propósito.
Aun la muerte es nuestra. Ya no pasaremos el resto de nuestra vida
sujetos a esclavitud por temor a la muerte. La muerte es ahora el mensajero
de Dios que arrebata nuestras almas para llevarlas al cielo. Por lo tanto,
morir es ganancia. Además de todo esto, pertenecemos a Cristo, y Cristo
pertenece a Dios. Cuando medito en esto me acuerdo del comentario
ingenioso de Guy King: “¡Qué pordioseros tan afortunados somos!”
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