miércoles, 11 de enero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :

12 de ENERO

“¿Qué tienes que no hayas recibido?...” (1 Corintios 4:7).

Esta es una buena pregunta, pues nos reduce a todos a la misma
medida. No tenemos nada que no hayamos recibido. Cuando nacemos se
nos dota física e intelectualmente. No podemos jactarnos de nuestra
apariencia e inteligencia porque es algo que está más allá de nuestro
control. Es un accidente de nacimiento.
Todo lo que sabemos es resultado de nuestra educación; son otros
los que han llenado nuestra mente de información. Con frecuencia, cuando
creíamos tener alguna idea original, nos enteramos de que ya había sido
expresada en algún libro escrito años atrás. Emerson decía: “mis mejores
pensamientos me los robaron los antepasados”.
¿Qué decimos de nuestros talentos? No cabe duda de que algunos
de ellos son herencia de familia y se han desarrollado por el entrenamiento
y la práctica, pero no se originaron con nosotros. Nos fueron dados.
Pilato estaba infatuado por la autoridad que tenía, pero el Señor
Jesús le recordó: “no tendrías ninguna autoridad contra mí, si no se te
hubiera dado de arriba” (Jn. 19:11).
En resumen, cada latido de nuestro corazón es un don de Dios. Por
esta razón Pablo en 1 Co. 4:7 continúa preguntando: “y si lo recibiste, ¿Por
qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”
Y ésta es la razón por la que Harriet Beecher Stowe no quisiera
llevarse los aplausos por haber escrito La Cabaña del Tío Tom. Decía: “¿Yo
el autor de La Cabaña del Tío Tom? Por supuesto que no, no tuve el control
de la historia; se escribió sola. El Señor la escribió, y yo fui nada más que
un instrumento humilde en Sus manos. Todo me llegó en visiones, una tras
otra, y las escribí. ¡A Él solamente sea la alabanza!”
El tener en cuenta constantemente que no tenemos nada que no
hayamos recibido, nos libra de jactarnos y de felicitarnos, y nos lleva a darle
gloria a Dios por todo lo bueno que seamos o hagamos.
“...No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el
valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se
hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Yavé , que
hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero,
dice el Señor ” (Jer. 9:23-24).
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