sábado, 14 de enero de 2017

LAS GLORIAS DE MARÍA , SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO 

14 de enero 
II 

Nuestra confianza en María es inmensa por ser ella nuestra Madre

3. María, Madre nuestra por su dolor al pie de la cruz (primera parte)

El segundo momento en que María nos engendró a la gracia fue cuando en
el Calvario ofreció al eterno Padre, con tanto dolor la vida de su amado Hijo por
nuestra salvación. Es entonces, asegura san Agustín, cuando habiendo cooperado
con su amor para que los fieles nacieran a la vida de la gracia, se hizo igualmente
con esto madre espiritual de todos nosotros, que somos miembros de nuestra
cabeza, Jesús. Es lo mismo que significa lo que dice la Virgen de sí misma en el
Cantar de los cantares: “Pusiéronme a guarda de viñas; y mi propia viña no guardé”
(Ct 1, 5). María, por salvar nuestras almas, consintió que se sacrificara la vida de su
Hijo. ¿Y quién era el alma de María sino su Jesús, que era su vida y todo su amor?
Por esto le anunció el anciano Simeón que un día su bendita alma se vería
traspasada de una espada muy dolorosa. “Y tu misma alma será traspasada por una
espada de dolor” (Lc 2, 35). Esa espada fue la lanza que traspasó el costado de
Cristo, que era el alma de María. En aquella ocasión, con sus dolores, nos dio a luz
para la vida eterna, por lo que todos podemos llamarnos hijos de los dolores de
María. Nuestra madre amorosísima estuvo siempre y del todo unida a la voluntad de
Dios, por lo que –dice san Buenaventura- siendo ella el amor del eterno Padre hacia
los hombres que aceptó la muerte de su Hijo por nuestra salvación, y el amor del
Hijo al querer morir por nosotros para identificarse con este amor excesivo del Padre
y del Hijo hacia los hombres, ella también, con todo su corazón, ofreció y consintió
que su Hijo muriera para que todos nos salváramos
La imagen puede contener: 1 persona

No hay comentarios.:

Publicar un comentario