lunes, 9 de enero de 2017

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.» El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.
Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra de Dios :

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 10 DE ENERO :

Queridos amigos, paz y bien.

No hace mucho me preguntaron por qué los sacerdotes no predican con la fuerza de los primeros apóstoles, cuando se convertían de repente varios miles de personas. Quizá nos falta novedad, precisamente, lo que tenía Jesús. En este mundo en que vivimos, todo tiene que ser nuevo. Teléfonos, ordenadores, televisores de última generación, el sistema operativo del ordenador, la versión del programa que usamos cada día, la ropa todas las temporadas… Todo hay que actualizarlo cada poco tiempo. Lo viejo, cansa. Lo nuevo, atrae.

¿Cómo dar al mundo la novedad del Evangelio? Porque el mensaje de Jesús es absolutamente nuevo. Y el ser humano no ha cambiado tanto en los últimos 2000 años: todos queremos ser felices y todos vamos a morir. Y dar sentido a toda la vida y también al final de la misma es algo que la Buena Nueva puede hacer.

Quizá no creemos lo suficiente. Es verdad que no hemos visto liberar a endemoniados cerca de nosotros, como los contemporáneos de Jesús, pero cada día se realizan un montón de pequeños milagros. Gente buena, haciendo cosas buenas por los demás. Médicos y enfermeros en hospitales, voluntarios en comedores populares, catequistas en parroquias… Mucha gente ha sentido en su vida que Jesús, con su autoridad, ha entrado en su vida, le ha dado sentido y ahora merece la pena seguir sus huellas.

Quizá creemos, pero no se nota en nuestra vida. Ahora que empieza el año, mira si entre todas las cosas que haces durante las 24 horas del día te queda tiempo para Dios. ¿Cuánto tiempo tienes para la oración? ¿Para leer la Biblia? ¿Haces algo por los demás? ¿Qué tal los sacramentos, sobre todo la Santa Misa y la reconciliación?

Si todos los cristianos hiciéramos más, seguramente el mundo sería un lugar mejor. Si se viera más nuestra fe, la gente, seguramente, se sorprendería. Y podríamos hablar con autoridad. Como Jesús.
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