domingo, 8 de enero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :

9 de ENERO

LA FAMILIA : 

”...Piadosos para con su propia familia...” (1 Timoteo 5:4).
Sin duda has escuchado algo como esta expresión: “es un demonio
en su casa y un santo en la calle”. Describe la horrible tendencia a ser
bondadosos y sociables con aquellos del mundo exterior y sin embargo,
duros y crueles en casa.
Es un defecto que no está limitado a ninguna clase de gente en
particular. Los jóvenes tienen que guardarse de él. Es tan fácil ser una
personalidad de la televisión con los propios amigos, y pese a todo ser un
terror a los propios padres. Los maridos pueden guardar una apariencia
encantadora con sus socios de negocios, no obstante, al regresar a casa
desaparece aquel encanto y vuelven a la normalidad como seres egoístas e
irritables. Los predicadores pueden tener un estilo centelleante en el púlpito
y una pésima disposición en el espacio familiar.
Una perversa propensión común de nuestro estado caído consiste
en dañar a aquellos que están más cerca de nosotros, que se esfuerzan
extremadamente por nosotros, y que en nuestros mejores momentos los
amamos en verdad. Ella Wheeler Wilcox escribió:
Una gran verdad en la vida he encontrado,
En muchos lugares por los que he andado;
Que la única gente que realmente herimos
Son aquellos a quienes más amamos.
Adulamos a los que apenas conocemos,
Y complacemos a invitados pasajeros,
Desconsiderados, muchos golpes damos
A aquellos a quienes más amamos.
Otro poeta haciendo eco de estos sentimientos, escribió así: “Al
invitado sonreímos y al extraño saludamos, mas a los nuestros, aunque les
amamos, nos mostramos amargados”.
“Es muy fácil tener una religión de iglesia, de reunión de oración o
de obra cristiana; pero es totalmente distinto tener una religión diaria.
‘Mostrar piedad a nuestra propia familia’ es una de las partes más vitales
del cristianismo, pero también es muy escasa; y no es cosa rara encontrar
cristianos que ‘hacen su justicia’ delante de los hombres ‘para ser vistos de
ellos’, pero fallan lamentablemente cuando se trata de mostrar su piedad en
la casa. Conocí a un padre de familia que era tan poderoso en oración en la
reunión semanal de oración y tan impresionante al exhortar, que toda la
iglesia era edificada con su piedad. No obstante, al volver a su hogar
después de las reuniones era tan tosco y detestable, que su esposa y su
familia temían pronunciar una palabra en su presencia” (H. W. Smith).
Samuel Johnson decía: “todo animal venga sus dolores sobre
aquellos que están cerca”. El hombre debe evitar esta tendencia natural.
El verdadero indicador de nuestro carácter cristiano no es lo que
somos en público, sino lo que somos en casa.
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