miércoles, 4 de enero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

5 de ENERO

“El pueblo que está contigo es mucho...” (Jueces 7:2).
Cada uno de nosotros tiene un deseo sutil por los números y una
tendencia a juzgar el éxito por las estadísticas. Hay un cierto desprecio en
torno a los grupos pequeños mientras que los grupos grandes demandan
atención y respeto. ¿Cuál debe ser nuestra actitud en esta área?
Los grupos numerosos no deben menospreciarse si son el fruto de
la obra del Espíritu Santo. Éste fue el caso en Pentecostés cuando casi tres
mil almas entraron en el reino de Dios.
Debemos regocijarnos en los grupos numerosos si es que
significan gloria para Dios y bendición para la humanidad. Debemos desear
ver grandes multitudes que eleven sus corazones y voces en alabanza a
Dios, alcanzando al mundo con el mensaje de la redención.
Por otra parte, los grupos numerosos son malos si conducen a la
altivez o la soberbia. Dios tuvo que reducir el ejército de Gedeón para que
Israel no dijera: “Mi mano me ha salvado” (Jue. 7:2). E. Stanley Jones dijo
una vez que se sentía reacio a nuestra “pugna contemporánea por las
muchedumbres que conduce, como sucede, a un egotismo colectivo”.
Los grupos grandes son malos si nos hacen depender del poder
humano y no del poder del Señor. Probablemente éste fue el problema con
el censo que levantó David (2 S. 24:2-4). Joab percibía que los motivos del
rey no eran puros y protestó, pero en vano.
Las congregaciones grandes son indeseables si, para conseguirlos,
bajamos el listón, comprometemos principios Escriturales, suavizamos el
mensaje o fallamos en ejercitar santa disciplina. Siempre existe la tentación de
hacer esto si ponemos la mira en las multitudes en vez de ponerla en el Señor.
Los grupos grandes son menos que ideales si de ellos se deriva una
pérdida de comunión íntima entre unos y otros. Cuando los individuos se
esfuman entre las multitudes, cuando están ausentes y no se les echa en
falta, cuando nadie comparte sus gozos y penas, entonces abandonamos el
concepto total de vida corporativa.
Los grupos numerosos son malos si ahogan el desarrollo de los
dones en el cuerpo. Es muy significativo que Jesús escogiera a 12
discípulos. Una enorme multitud hubiera sido difícil de manejar.
La regla general de Dios ha sido trabajar por medio del testimonio
de un remanente. No le atraen las grandes multitudes ni rechaza a las
pequeñas. No debemos jactarnos de las grandes membresías, pero tampoco
debemos contentarnos con minorías si éstas son resultado de nuestra pereza
e indiferencia.
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