lunes, 2 de enero de 2017

LAS GLORIAS DE MARÍA - San Alfonso María de Ligorio 

A medida que vamos leyendo este libro , San Alfonso nos propone una serie de pautas y advertencias antes de leer este libro dedicado a nuestra Madre , leámos con atención y pidamosle su dirección al Espíritu Santo y a María Santísima . 

MANIFIESTO DEL AUTOR

Por si alguno creyera demasiado avanzada alguna proposición escrita en
este libro, declaro haberla dicho y entendido en el sentido que le da la Santa Iglesia
Católica y la sana Teología. Por ejemplo, al llamar a María “Mediadora”, mi intención
ha sido llamarla tan sólo MEDIADORA DE GRACIA, a diferencia de Jesucristo, que
es el primero y único mediador de justicia. Llamando a María “Omnipotente” (como,
por lo demás, la han llamado san Juan Damasceno, san Pedro Damiano, san
Buenaventura, Cosme de Jerusalén y otros), he pretendido llamarla así en cuanto
que ella, como Madre de Dios, obtiene de él cuanto le pide en beneficio de sus
devotos, puesto que ni de éste ni de ningún atributo divino puede ser capaz una
pura criatura como lo es María. Llamando, en fin, a María nuestra “Esperanza”,
entiendo llamarla tal porque todas las gracias (como entiende san Bernardo) pasan
por sus manos.

ADVERTENCIAS AL LECTOR
A fin de no exponer mi obra a ninguna censura de críticos harto exigentes,
he juzgado oportuno esclarecer una proposición que, al parecer, pudiera
considerarse atrevida o demasiado oscura. Algunas más hubiera podido aquí
anotar; pero si por ventura no pasan inadvertidas a tu penetración amable lector, te
ruego pienses que han sido dichas y escritas por mí en el sentido que las explica la
verdadera y sólida Teología, las entiende la Santa Iglesia Católica Romana, de la
cual me declaro hijo obediente.
Hablando en la Introducción de la doctrina que se expone en el capítulo V
de esta obra, he dicho que Dios quiere que todas las gracias nos vengan por medio
de María. Verdad muy consoladora, tanto para las almas que aman tiernamente a
María como para los pecadores que desean convertirse. No se crea que esta
doctrina es contraria a la sana Teología, porque el padre de ella, san Agustín, dice,
como sentencia universal, que María cooperó con su caridad al nacimiento espiritual
de todos los miembros de la Iglesia: “Madre ciertamente espiritual. no de nuestra
cabeza, que es Cristo, de la cual más bien ella ha nacido espiritualmente: porque
todos los que en él creen, entre los cuales se encuentra, con verdad son llamados
hijos del esposo; sino plenamente Madre de sus miembros que somos nosotros,
porque cooperó con su amor a que nacieran los fieles en la Iglesia, los que son
miembros de su cabeza”. Y un célebre autor, nada sospechoso de exageraciones ni
inclinado a caer en falsas devociones, añade: “Habiendo propiamente formado
nuestro Señor en el Calvario su santa Iglesia, es claro que la Virgen Santa ha
cooperado de una manera excelente y singular a esta formación. Y de la misma
manera puede también decirse que si María dio a luz sin dolor a Jesucristo, cabeza
de la Iglesia, no sin gran dolor engendró del cuerpo mismo, del cual Cristo es la
cabeza. Así es como en el Calvario comenzó María a ser de modo particular Madre
de toda la Iglesia”.
En una palabra, el Dios santísimo, para glorificar a la Madre del Redentor,
ha determinado y dispuesto con gran caridad interponga sus plegarias a favor de
todos aquellos por los que su divino Hijo ha pagado y ofrecido el sobreabundante
precio de su sangre preciosa, en el cual únicamente está nuestra salvación, vida y
resurrección.
Fundado en esta doctrina y cuanto concuerda con ella, he intentado explicar
mis proposiciones (Parte I., c.5), las cuales, los santos, en coloquios llenos de amor
por María y en sus fervorosas predicaciones, no han tenido ninguna dificultad en
confirmar. Por lo que un santo padre, conforme al célebre Vicente Contenson, ha
escrito: “En Cristo está la plenitud de la gracia como en la cabeza de la que fluye; en
María, como en el cuello que la transmite”. Y esto lo confirma claramente el angélico
maestro santo Tomás diciendo: “Por tres razones se dice que la bienaventurada
Virgen está llena de gracia... La tercera por cuanto por ella se difunde a todos los
hombres. Gran cosa es que cada santo posea tanta gracia que sobrara para la
salvación de muchos, pero para tener tanta gracia que bastara para la salvación de
todos los hombres del mundo, esto es lo sumo; y esto se da en Cristo y en la
bienaventurada Virgen, pues en cualquier peligro se puede obtener la salvación con
la ayuda de esta Virgen gloriosa. Por eso se dice que ella en el Cantar de los
cantares: ‘Mil escudos’. Es decir, auxilios contra los peligros ‘penden de ella’. De
igual manera, en todas las obras virtuosas la puedes tener de ayudadora, que por
eso ella dice (Eclo 24): ‘En mí toda esperanza de vida y de virtud’”
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