miércoles, 23 de noviembre de 2016

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,20-28):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
Palabra del Señor :
Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .
Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina providencia .
Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén
COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 24 DE NOVIEMBRE :
En la descripción de la destrucción de Jerusalén, nuestro evangelista completa datos del discurso profético de Jesús con otros que él conoce por historia reciente; escribe cuando ya Palestina ha sido cruelmente masacrada por los ejércitos romanos en la guerra de los años 67-74. Y esa descripción de carácter histórico se completa luego con la de cataclismos cósmicos o conmoción del universo. Es otro modo de visualizar la majestad de Dios y su señorío sobre cuanto existe: “De miedo se paraliza la tierra cuando Dios se pone en pie para juzgar”, dice el Salmo 76, v. 9. Se trata de un sobrecogimiento que al creyente le lleva a la adoración y al rebelde a la desesperación.
Las calamidades de la historia y las catástrofes del cosmos son vistas por el cristiano como misteriosos procesos de purificación, de los cuales él sabe que saldrá airoso. La conclusión del pasaje es, como todos estos días, consoladora: el poder y la gloria del Hijo del Hombre no son aplastantes, sino salvíficos; el creyente en Jesús “levanta la cabeza”, pues se sabe redimido. En el primer escrito del Nuevo Testamento, primera carta a Tesalónica, Pablo define la esperanza cristiana como un aguardar de los cielos a Jesús Resucitado, “el que nos libra en el juicio que está para llegar” (1Tes 1,10).

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