domingo, 27 de noviembre de 2016

Evangelio de mañana
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor :

Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .

Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina Providencia .

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 28 DE NOVIEMBRE :

El hombre que pide ayuda a Jesús en el evangelio es un extranjero muy mal visto en Israel en aquella época porque representaba a los romanos que tenían bajo su dominio la tierra de Israel. Jesús se queda admirado ante la confianza que pone este soldado en su poder sanador y exclama: “Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Esta admiración de Jesús ante las palabras del centurión es el reconocimiento del bien, la verdad y la fe presentes en todos los pueblos y son fuente y principio de salvación.

Hoy día el Papa Francisco, siguiendo el ejemplo de Jesús, busca por todos los medios el diálogo con todas las personas y con todas las religiones para alcanzar el bien supremo de la paz para el mundo.

Lector amigo, le invito a preparar con toda ilusión la fiesta de Navidad para que haya un poquito más de paz en el mundo. Sabemos bien que lo que uno prepara con anticipación se disfruta más. Y estas semanas del Adviento justamente tienen ese fin: animar nuestro corazón, fortalecer nuestro espíritu a nivel personal y familiar para que el bien venza siempre al mal. Con el salmo de hoy decimos:

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!

Que la paz del Señor esté siempre con nosotros.

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