martes, 22 de noviembre de 2016

Evangelio de mañana
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,12-19):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Palabra del Señor

Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .

Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina Providencia .

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DIA 23 DE NOVIEMBRE :

La comunidad para la que se escribe el tercer evangelio tiene mucho en común con la nuestra. Como aquellos creyentes, también nosotros tenemos nuestra historia de sufrimiento, padecemos infortunios y rechazos, a veces contratiempos incomprensibles. Por ello a veces nos acecha la duda o tentación respecto de la fidelidad de Dios, de si vale la pena seguir creyendo y practicando. Más aún, en la época de la velocidad y las prisas en que vivimos, quisiéramos una respuesta inmediata. Pero las obras de filigrana requieren tiempo y calma, maduración. La consigna que da Lucas a su comunidad debe ser válida también para nosotros: conservar el buen ánimo, la entereza, la paciencia, y no perder de vista el horizonte final: “salvaréis vuestras almas”. El salmista lo había escrito siglos antes: “aunque el justo sufra muchos males, de todos le libra el Señor” (Sal 34,20).

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