lunes, 20 de febrero de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

21 de FEBRERO

“Yo habito en medio de mi pueblo” (2 Reyes 4:13).
Una prominente mujer de Sunem brindaba hospitalidad a Eliseo
cada vez que pasaba por allí. Cierto día sugirió a su marido que
construyeran una habitación adicional para que el profeta pudiera tener un
aposento propio. Deseando recompensar su bondadosa hospitalidad, Eliseo
le preguntó qué podía hacer por ella, quizás presentarla al rey o al
comandante del ejército. Su respuesta sencilla fue: “Yo habito en medio de
mi pueblo”. En otras palabras: “soy feliz con lo que tengo en la vida. Amo
a la gente común entre la que vivo. No deseo moverme entre los personajes
encumbrados de la sociedad, ni me atrae codearme con gente famosa”.
¡No cabe duda que era una mujer sabia! Aquellos que nunca están
contentos si no se rozan socialmente con los famosos, los acaudalados y los
aristócratas a menudo tienen que aprender que la mayoría de la gente más
escogida de la tierra nunca aparece en primera plana, o en este caso, en la
sección social del periódico.
He tenido roce con los de renombre en el mundo evangélico, pero
debo confesar que, en su mayor parte, la experiencia ha sido
desengañadora. Cuanto más veo lo que es el bombo publicitario en la
prensa evangélica, más decepcionado me siento. Si tengo que elegir, denme
a aquellos ciudadanos humildes, honestos y sólidos a quienes este mundo
no conoce pero que son bien conocidos en el cielo.
A. W. Tozer describe bien mis sentimientos cuando escribe: “Creo
en los santos. Conozco a los comediantes, a los promotores, a los
fundadores de diversos movimientos religiosos que ponen su nombre al
frente de los edificios para que la gente sepa que ellos los erigieron;
conozco a estrellas del deporte que se dicen convertidos. Conozco a toda
clase de cristianos raros por todos los Estados Unidos y Canadá, pero mi
corazón busca a los santos. Quiero conocer a los que son como el Señor
Jesucristo... En realidad, lo que debemos desear y tener es la belleza del
Señor nuestro Dios resplandeciendo en corazones humanos. Un santo
verdadero es una persona magnética y atractiva que vale más que
quinientos promotores e ingenieros religiosos”.
Charles Simeon se hace eco de sentimientos semejantes: “Desde el
primer día hasta la hora presente he puesto de manifiesto... que mi trato social
ha sido con lo excelente de la tierra y que cada uno de ellos, a causa del Señor,
se esfuerza hasta el límite de su fuerza para mostrarme su bondad”.
Así que, ¡flores para la mujer de Sunem! por la percepción
espiritual de sus palabras: “Yo habito en medio de mi pueblo”.
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