jueves, 9 de febrero de 2017

ESCRITOS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS :

Compartimos con ustedes queridos hermanos , los ESCRITOS DE SAN FRANCISCO DE ASÍS , en agradecimiento por las gracias y los milagros que hemos recibido por su intercesión , y por los que vamos a seguir recibiendo todos y cada uno . Amén

Cap. IV: Que nadie se apropie la prelacía

1No he venido a ser servido, sino a servir, dice el Señor (cf. Mt 20,28). 2Aquellos
que han sido constituidos sobre los otros, gloríense de esa prelacía tanto, cuanto si

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hubiesen sido destinados al oficio de lavar los pies a los hermanos. 3Y cuanto más se
turban por la pérdida de la prelacía que por la pérdida del oficio de lavar los pies, tanto
más acumulan en la bolsa para peligro de su alma (cf. Jn 12,6).

Cap. V: Que nadie se ensoberbezca, sino que se gloríe en la cruz del Señor

1Considera, oh hombre, en cuán grande excelencia te ha puesto el Señor Dios,
porque te creó y formó a imagen de su amado Hijo según el cuerpo, y a su semejanza (cf.
Gén 1,26) según el espíritu. 2Y todas las criaturas que hay bajo el cielo, de por sí, sirven,
conocen y obedecen a su Creador mejor que tú. 3Y aun los demonios no lo crucificaron,
sino que tú, con ellos, lo crucificaste y todavía lo crucificas deleitándote en vicios y
pecados. 4¿De qué, por consiguiente, puedes gloriarte? 5Pues, aunque fueras tan sutil y
sabio que tuvieras toda la ciencia (cf. 1 Cor 13,2) y supieras interpretar todo género de
lenguas (cf. 1 Cor 12,28) e investigar sutilmente las cosas celestiales, de ninguna de estas
cosas puedes gloriarte; 6porque un solo demonio supo de las cosas celestiales y ahora
sabe de las terrenas más que todos los hombres, aunque hubiera alguno que hubiese
recibido del Señor un conocimiento especial de la suma sabiduría. 7De igual manera,
aunque fueras más hermoso y más rico que todos, y aunque también hicieras maravillas,
de modo que ahuyentaras a los demonios, todas estas cosas te son contrarias, y nada te
pertenece, y no puedes en absoluto gloriarte en ellas; 8por el contrario, en esto podemos
gloriarnos: en nuestras enfermedades (cf. 2 Cor 12,5) y en llevar a cuestas a diario la
santa cruz de nuestro Señor Jesucristo (cf. Lc 14,27).
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