viernes, 30 de diciembre de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS :

DICIEMBRE 31

Y llegamos al último día del año, al último momento del año. No todos los que
comenzaron este año han podido terminarlo.
De los que lo terminan, no todos lo terminan con la felicidad y con la salud con
las que nosotros tal vez lo terminamos.
Indudablemente, esto nos debe mover a un acto de gratitud a Dios, que nos ha
concedido otro año más.
En estos 365 días del año hemos vivido más de 8.000 horas, y más de medio
millón de minutos; ¿podremos afirmar con verdad, delante de Dios y de nuestra
conciencia, que todas esas horas y todos esos minutos han sido vividos con rectitud,
buscando el bien y la verdad? ¿No habremos perdido lamentablemente algunos de
esos minutos en actos indignos que nos han rebajado, en violencias, en odios, en
torcidas intenciones, en actos de pereza, de soberbia, de sensualidad, en egoísmos
repugnantes?
No estará mal que, al terminar este año, nos arrepintamos con sinceridad en
nuestro interior de todo lo malo que hayamos hecho a lo largo de él y de todo lo bueno
que hayamos dejado de hacer.
Porque si es muy bueno no hacer el mal, es muy malo no hacer el bien; para ser
malo, basta no ser bueno; para ser bueno, no basta el no ser malo.
"De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo le hizo volver a ella; días contados le
dio" tiempo fijo" (Ecli, 17, 1-2). Cada uno de los días del año que ha pasado ha sido una
responsabilidad para nosotros: ¿lo habremos hecho fructificar? ¿lo habremos dejado perder?
Un año más que hemos vivido; un año más del que deberemos dar cuenta; un año menos que
nos resta de vida; un año menos de tiempo en el que podamos hacer mérito para la eternidad.
"Mientras tengamos oportunidad (o tiempo) hagamos el bien a todos, pero especialmente a
nuestros hermanos en la fe" (Gál. 6, 10).

¡ADIOS, HERMANO EN CRISTO!
y hemos llegado al final.
Un año meditando;
meditando las glorias de Dios,
del Dios que se entrega a nosotros
por amor.
Por amor, que le mueve a sufrir, a callar y a morir.
Por amor.
Por amor a los hombres, que tan mal respondemos;
que tan poco captamos
las finezas de un Dios que se humana,
que nos busca, nos espera y nos llama.

Meditemos los CINCO MINUTOS AL DíA,
«LOS CINCO MINUTOS DE DIOS»;
la miseria del hombre egoísta
el barro que cubre su débil querer;
lo frágil,
mutable,
variado y opuesto de sus sentimientos,
la escoria que en sí mismo descubre
desde que amanece al anochecer.
Que el buen Dios nos ayude;
ese Dios que es el Padre que tanto nos ama;
y la Virgen Madre, Modelo y Patrona,
lleve nuestra mano
al peregrinar.
Que el Padre y la Madre del cielo,
que velan solícitos.
nos brinden su gracia,

la gracia que a todos nos lleve
a ser siempre rectos, piadosos, humildes,
a darnos al hermano, con gran ilusión.
SI CRISTO NOS DIJO: «Yo CUENTO CONTIGO»,
NOSOTROS CONTEMOS CON EL

Padre Alfonso Milagro

Del Libro : Los cinco minutos de Dios
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