sábado, 24 de diciembre de 2016


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor :

Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .

Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina providencia .

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 25 DE DICIEMBRE :

Queridos hermanos:

¡Feliz Navidad! La Navidad es el desconcierto de Dios, que se hace presente en un niño necesitado de cariño, de una madre, de calor. Dios necesita de los hombres y nosotros necesitamos de Él, es Dios quien hoy, se hace pequeño para engrandecer al hombre. En ese niño se encuentran lo divino y lo humano, se encarna para que a partir de ahora, sepamos que estamos llamados a ser divinos, a aspirar a los bienes de allá arriba. Este niño no es algo abstracto, un mito o una leyenda urbana, es una presencia.

Es la Palabra, Juan parece que quiere hacernos ver, que se inicia algo totalmente nuevo, una nueva creación. En el principio se creó todo por la palabra: “Por medio de la palabra se hizo todo”, Dios en el Génesis, crea todo con su palabra, da nombre a las cosas, su palabra se cumple. Pero ahora esa palabra se encarna, entra en la historia, se hace carne, se hace hombre. Juan insiste en la carne, quizás para no quedarse en algo tan espiritual, que este al margen de la historia. Es verdad, que la encarnación de Dios tiene algo de misterio, que se contempla y adora, pero Él, se ha tomado tan en serio al hombre, que se ha hecho uno de nosotros.

“En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre”. Lo recordábamos anoche, Él viene como luz para todos nosotros, que en demasiadas ocasiones, nos sentimos abrumados por la oscuridad. En medio de esa noche, de la intemperie que padecemos en nuestro mundo, en un ambiente poco propicio, una cultura o sociedad que sólo ve las luces de colores, se nos presenta como a los pastores, de forma provocadora y distinta, que se muestra en lo sencillo, en la alegría de Belén, donde los ángeles cantan ante un niño débil.

Hoy, que no tendemos a valorar las palabras, ni escritas, ni pronunciadas, que leemos poco, escuchamos a medias, sospechamos de los discursos y de las promesas. Decir que Jesús, es la Palabra, aunque sea con mayúsculas, puede no significar nada, nosotros queremos hechos y no palabras. Pero todos sabemos y hemos experimentado en nuestra pequeña historia, que hay palabras que dan vida, que dan luz para caminar con sentido, con esperanza, palabras que llegan al corazón y nos cambian. La Palabra de Dios es palabra comprometida, que se cumple en las acciones de Jesús, en los hechos, en el hacerse compañero de viaje, hermano, solidario con los más necesitados y parte de nuestro ser.

Sin embargo, la Palabra puede pasar desapercibida: “Y la tiniebla no la recibió. Y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron”. La Navidad, Jesús, la Palabra, exige del hombre una respuesta, Él pone luz y puede, que aunque venga hasta nuestra casa, pase desapercibido o no sea recibido. Pero a los que la reciben: “Les da poder para ser hijos de Dios”, el primer proyecto divino: “Hacernos a su imagen y semejanza” tiene su culmen en la Navidad. Si acogemos al Hijo de Dios y le seguimos, llegaremos hasta Él, se lo dijo a Felipe: “El que me ha visto a mí, ha visto a mi Padre”.
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