viernes, 23 de diciembre de 2016

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

EN aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,
porque ha visitado y “redimido a su pueblo”,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza”
y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”,
anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Señor :
Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .

Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina Providencia .

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA 24 DE DICIEMBRE DEL 2016 :

Nosotros entendemos que es el Reino de Dios que porta en su persona Jesucristo, verdadero templo en el que habita la plenitud de la divinidad, el que cumple las antiguas promesas. Pero un judío de los tiempos de Zacarías e Isabel podía con razón preguntarse, ¿dónde han quedado esas promesas? Un pueblo ocupado, postrado, privado de su libertad, sometido a potencias extranjeras y a tiranuelos locales, a autoridades religiosas corrompidas en torno al templo… Demasiadas evidencias en contra.

Zacarías, en su himno de bendición proclama y confiesa que Dios no se ha olvidado de su pueblo, que sus promesas de restauración, redención y salvación siguen vigentes y están en curso, que su misericordia está ya actuando, que sus juramentos no son en vano. Canta que, pese a todas las apariencias contrarias, es posible vivir en libertad y sin temor, elegir la senda de la santidad y la justicia. Y afirma, además, que todo esto no son vanos deseos o ensoñaciones fatuas, sino que hay signos visibles de todo ello: en Juan, su hijo, renace la profecía que abre caminos, anuncia el perdón y la misericordia. Nos dice Zacarías que si nos parece que es de noche, que el mal y la oscuridad dominan, pese a todo, hay un sol que nace de lo alto que ya está despuntando, nos va a iluminar muy pronto, a nosotros, que caminamos en tinieblas y en sombra de muerte, y que nos dará la paz. Zacarías ha recuperado a tiempo el habla, y su grandioso himno de bendición pone punto final a la antigua Alianza, porque ahora Dios empieza a cumplir su promesa de un reinado muy distinto que no tendrá fin.
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