martes, 15 de agosto de 2017

REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

16 de AGOSTO
“Así que, 
teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”
(1 Timoteo 6:8).
Pocos cristianos toman estas palabras seriamente, sin embargo,
éstas son tan verdaderamente Palabra de Dios como Juan 3:16. Nos dicen
que debemos estar satisfechos teniendo sustento y abrigo. La palabra
“abrigo” incluye un techo sobre nuestras cabezas así como las ropas que
vestimos. En otras palabras, debemos estar contentos con lo mínimo
esencial y poner todo lo demás que está por encima de eso para la obra del
Señor.
El hombre que tiene contentamiento tiene algo que el dinero no
puede comprar. E. Stanley Jones decía: “Todas las cosas pertenecen al
hombre que no desea nada. Al no tener nada, posee todas las cosas en la
vida, incluyendo la vida misma... Es rico en la escasez de su indigencia y no
en la abundancia de sus posesiones”.
Hace años cuando Rudyard Kipling habló a una clase de graduados
en la Universidad McGill, advirtió a los estudiantes para que no le dieran
mucho valor a la riqueza material. Dijo: “Algún día se encontrarán con un
hombre a quien no le importa ninguna de estas cosas, y entonces se darán
cuenta de cuán pobres son ustedes”.
“El cristiano más feliz sobre la tierra es el que tiene pocas
necesidades. Si un hombre tiene a Cristo en su corazón, el cielo ante sus
ojos y solamente las bendiciones temporales estrictamente necesarias para
llevarle sin problema por la vida, entonces el dolor y la tristeza tienen poco
que hacer; este hombre tiene poco que perder” (William C. Burns).
Este espíritu de contentamiento parece haber caracterizado a
muchos de los gigantes de Dios. David Livingstone decía: “He determinado
a no considerar mío nada de lo que poseo excepto en relación al Reino de
Dios”. Watchman Nee escribió: “No deseo nada para mí mismo; deseo todo
para el Señor”. Y Hudson Taylor decía que disfrutaba: “el lujo de tener
pocas cosas por las que preocuparse”.
Para algunos, la idea de contentamiento significa falta de empuje
y ambición. Describen a la persona satisfecha como un zángano o un
aprovechado. Pero ése no es el contentamiento cristiano. Éste tiene
abundancia de empuje y ambición, pero está dirigido hacia lo espiritual, no
a lo material. En vez de vivir de gorra, el cristiano trabaja para poder dar a
aquellos que están en necesidad. En las palabras de Jim Elliot, la persona
satisfecha es aquella que: “ha aflojado la tensión de la mano agarrada”.
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