lunes, 25 de septiembre de 2017

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

Palabra del Señor

Queridos hermanos:

Nadie enciende un candil y lo pone debajo de la cama. Jesús ha venido a traer un mensaje de salvación, amor y esperanza para todos los hombres. No quiere ocultarlo, no quiere esconderlo. Su deseo es que todos lo lleguen a conocer, que todos sientan la potencia y la energía del amor de Dios, capaz de renovar sus vidas, de abrir nuevos horizontes, de llevarnos a una vida en plenitud.

Lo que pasa es que siempre ha habido los que consciente o inconscientemente han querido ocultar ese mensaje. Han deseado que sólo fuese para un pequeño grupo de elegidos. Los mismos apóstoles se quejaron en un momento determinado a Jesús de que había otros que pretendían expulsar demonios en su nombre. Más adelante, a lo largo de la historia de la Iglesia también el Evangelio se ha ocultado bajo capas de tradiciones y costumbres, de moral y teología. Hasta la lectura de la Biblia se restringió durante mucho tiempo impidiendo que el pueblo cristiano accediese a la Palabra de Dios.

Pero lo mejor es que la luz del candil sale siempre adelante. Siempre hay alguien que toma el candil y lo pone en el candelero para que todos lo vean. Pensemos en las grandes figuras del pasado. Un Francisco de Asís, por ejemplo. Con una vida muy sencilla hizo que todos viesen la potencia de la luz del Evangelio.

La Iglesia no es sólo la jerarquía. Iglesia somos todos los creyentes. Iglesia es el Pueblo de Dios, los de arriba y los de abajo. Todos son responsables de hacer que la luz del Evangelio siga brillando en nuestro mundo y atrayendo a todos a la vida y a la esperanza. Todos somos responsables de hacer que el candil no quede oculto sino que brille en el candelero y que todos lo puedan ver.

Nuestros pecados y limitaciones son muchos, como personas individuales y como institución. Pero tenemos en nuestras manos un tesoro y nuestro esfuerzo principal ha de ser no taparlo sino enseñarlo y mostrarlo al mundo. No se trata de fijarnos en nuestros pecados sino en el amor que Dios ha puesto en nuestros corazones para regalarlo, para vivirlo, para disfrutarlo. Ese es el regalo que Dios nos ha dado. Somos ricos y la única forma de incrementar esa riqueza es compartirla. Como la luz.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Oracion a san Jorge

ORACIÓN  A SAN JORGE PARA PROTECCIÓN FUERTE DE ENEMIGOS

Fiesta : 23 de abril (y los dias 23 de cada mes)

 

Andaré vestido y armado con las armas de San Jorge para que mis enemigos, teniendo pies, no me alcancen, teniendo manos no me atrapen, teniendo ojos no me vean, y ni con el pensamiento ellos puedan hacerme mal.

 

Armas de fuego mi cuerpo no alcanzarán, cuchillos y lanzas se quiebren sin mi cuerpo tocar, cuerdas y corrientes se rompan sin mi cuerpo atar.

 

Jesucristo, me proteja y defienda con el poder de su Santa y Divina gracia, Virgen de Nazaret, me cubra con su manto sagrado y divino, protegiéndome en todos mis dolores y aflicciones, y Dios, con su divina misericordia y gran poder, sea mi defensor contra las maldades o persecuciones de mis enemigos.

 

Glorioso San Jorge, en nombre de Dios, extiéndeme tu escudo y tus poderosas armas, defendiéndome con tu fuerza y con tu grandeza, y que debajo de tí, mis enemigos queden humildes y sumisos a Tí.

 

Así sea con el poder de Dios, de Jesús y del Divino Espíritu Santo

martes, 19 de septiembre de 2017

Oración a San Expedito para urgentes necesidades económicas


San Expedito bendito protector nuestro:
guerrero y mártir que ahora gozas del Paraíso Eterno,
hoy me arrodillo ante ti para pedir tu asistencia,
te reclamo con urgencia y fervor
para que vengas en mi auxilio.

Las necesidades urgentes que hay en mi vida
no me permiten el descanso
vivo en estado de preocupación y de depresión continua.

Me siento solo y desesperado,
el abatimiento me acompaña,
el desconcierto me guía, y el sufrimiento se ha apoderado de mi.

Tú que eres el santo patrón de las causas justas y urgentes,
ayúdame, santo glorioso, a levantarme.

Te pido que acudas presto y derrames sobre mí
el valor, la energía, la esperanza,
que alivies mis penurias y miserias,
para que con tu mediación logre solucionar 
las angustiosas necesidades,
los problemas económicos que me apremian
y la ruina de la que no se como salir,
te pido que con tu caridad me concedas:

(Mencionar ahora la petición).

Ayúdame a utilizar mi coraje,
a desarrollar mi fuerza y potenciar mi voluntad,
para que la terrible situación por la que ahora estoy pasando,
se resuelva pronto y todo quede en un recuerdo,
que todo sea una experiencia que tuve que pasar
para aprender y mejorar,
y que solucionados los obstáculos
se abran mis puertas a un futuro de éxito y prosperidad.

Glorioso San Expedito, oye mi suplica,
te ruego atiendas mis ruegos con urgencia.

Gracias san Expedito, santo benevolente,
pues se que estas aquí conmigo, escuchándome,
y que mi mejoría comenzará en este mismo momento,
yo te lo agradeceré el resto de mi vida
y llevare tu nombre al que lo precise.

Amén.
Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Gloria

Te damos gracias San Expedito por las bendiciones y milagros recibidos por tu intercesión y por los que vamos a recibir . Amén
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SÚPLICA A SAN JOSÉ PARA PEDIR UNA GRACIA : 

Fiesta : 19 de marzo , y los días 19 de cada mes 

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.
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LAS GLORIAS DE MARÍA , SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO :
Capítulo IV
MARÍA, NUESTRO SOCORRO
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva
II
María tiene poder para defender a los que la invocan en las tentaciones
del demonio

4. María es nombre de victoria contra el mal
“¡Cómo tiemblan los demonios –afirma san Bernardo– con sólo oír el
nombre de María!” “Al nombre de María se dobla toda rodilla. Y los demonios no
sólo temen, sino que al oír esta voz se estremecen de terror”. “Así como los
hombres –dice Tomás de Kempis– caen por tierra espantados cuando oyen el
estampido de un trueno cercano, así caen derribados los demonios cuando oyen
que se nombra a María”. ¡Qué maravillosas victorias han obtenido sobre sus
enemigos los devotos de María con sólo invocar su nombre! Así lo venció san
Antonio de Papua; así el beato Enrique Susón; así tantos otros amantes de María.
Refieren las relaciones de las misiones del Japón que a un cristiano se le
presentaron muchos demonios en forma de animales feroces para amenazarlo y
espantarlo, pero él les dijo: “No tengo armas con qué asustaros; si lo permite el
Altísimo, haced de mí lo que os plazca. Pero, eso sí, tengo en mi defensa los
dulcísimos nombres de Jesús y de María”. Apenas dijo esto cuando a la voz de 
estos nombres tremendos se abrió la tierra y se tragó a los espíritus soberbios. San
Anselmo asegura con su experiencia haber visto y conocido a muchos que al
nombrar a María se habían visto libres de los peligros.
“Glorioso y admirable es tu nombre, ¡oh María! –exclama san
Buenaventura–. Los que lo pronuncian en la hora de la muerte no temen, pues los
demonios, al oírlo, al punto dejan tranquila el alma”. Muy glorioso y admirable es tu
nombre, oh María; los que se acuerdan de pronunciarlo en la hora de la muerte no
tienen ningún miedo al infierno, porque los demonios, en cuanto oyen que se
nombra a María, al instante dejan en paz a esa alma. Y añade el santo que no
temen tanto en la tierra los enemigos a un gran ejército bien armado, como las
potestades del infierno al nombre de María y a su protección. “Tú, Señora –dice san
Germán–, con la sola invocación de tu nombre potentísimo aseguras a tus siervos
contra todos los asaltos del enemigo.
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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocarnos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenla un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor
COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA :
Queridos hermanos:
El texto nos presenta una ruptura en Israel, por un lado el éxito con la acogida de los enviados de Dios, y por otro, el rechazo inscrito en unos corazones obstinados. El final del libro de los Hechos de los Apóstoles subraya esta dramática división que provocan las palabras de juicio contra los obstinados: “sabed, pues, que esta salvación de Dios ha sido ofrecida a los paganos; ellos sí la escucharán” (Hechos 28,28).
Lucas habla de unos muchachos que juegan, pero no es fácil describirlos, porque no se conocen realmente en qué consistían sus juegos. De todos modos podría entenderse también la historia en el sentido de que el juego ha fracasado porque los muchachos se quedan sentados, obstinados, rechazando todo tipo de invitaciones. No han querido ni bailar en el juego de bodas ni llorar en el juego de los funerales; es decir, no han respondido a la llamada de los músicos.
Juan Bautista no bebía licores ni comía más que alimentos crudos, no manjares preparados por la mano del hombre. Jesús comía y bebía acompañando a sus amigos, en especial a los publicanos y pecadores, manifestando así la benevolencia que Dios tiene por ellos. Y ambos se convierten en señal de contradicción para los dirigentes del pueblo judío empeñados en hacer desaparecer a ambos.
El salmo que hoy leemos en la liturgia nos ayuda a ser sabios con la sabiduría de Dios. Es un himno a la bondad de Dios manifestada en la belleza y bondad de sus obras. Y es en este salmo donde se recoge una de las afirmaciones fundamentales de la tradición sapiencial: “el temor del Señor es el principio del saber”. Es decir, la sabiduría plena es un don divino y sólo se alcanza desde una actitud de “temor de Dios”, entendido como reconocimiento, obediencia y fidelidad amorosa. El fracaso de los que se consideran dueños de la verdad está precisamente en esa falta de sabiduría que les impide entrar en el Reino a ellos y que tampoco quieren dejar entrar a los demás.
REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

20 de SEPTIEMBRE

“No altivos, sino asociándoos con los humildes” (Romanos 12:16).
La tendencia natural de muchos es a codearse con la flor y nata de la
sociedad. En cada corazón está el deseo de asociarse con aquellos que son
influyentes, ricos y aristócratas. El consejo de Pablo en Romanos 12:16 en
realidad a nadie le agrada: “No altivos, sino asociándoos con los humildes”.
Las castas no existen en la iglesia. Los cristianos deben vivir por encima de las
distinciones sociales.
Fred Elliot contaba una vez una historia que lo ilustra muy bien: Una
mañana estaba reunido con su familia, en el tiempo devocional después del
desayuno, cuando escuchó un ruido estrepitoso en el patio. Se dio cuenta de que
el basurero había llegado. Dejó la Biblia abierta sobre la mesa, se acercó a la
ventana, la abrió y saludó animadamente al basurero, luego regresó a la mesa
para continuar con el devocional. Para él era tan sagrado saludar al basurero
como leer la Biblia.
Hay otro siervo del Señor que también aplicó este texto muy
literalmente. Jack Wyrtzen dirigía un campamento bíblico cada verano en
Schroon Lake, N. Y. En una de las conferencias para adultos, un invitado se hizo
notar por un grave defecto físico. No podía controlar los músculos de la boca y
por eso no era capaz de tragar todo lo que se llevaba a la boca. Gran parte del
bocado se le salía de la boca y caía sobre los periódicos con los que se cubría el
pecho y las piernas. La escena no era agradable para quien le acompañaba a
comer y consecuentemente, este hombre por lo general se sentaba solo a la mesa.
Debido a las presiones del trabajo, Jack Wyrtzen llegaba tarde a
menudo al comedor. Siempre que cruzaba por la puerta, la gente lo saludaba
animadamente haciéndole señas para que se sentara a sus mesas. Pero Jack
nunca lo hacía. Siempre iba a la mesa donde este invitado estaba comiendo
solo. Se asociaba en amor con aquel humilde hombre.
“Una vez a un general cristiano se le vio dirigiendo la palabra a una
pobre anciana. Sus amigos le dijeron en señal de protesta: ‘Debes considerar tu
rango’. El general contestó: ‘¿Qué hubiera sucedido si mi Señor hubiera
considerado Su rango?’ (del calendario “Choice Gleanings”).
En su poema, “For A’ That and A’ That”, Robert Burns nos recuerda
que a pesar de una posición humilde en la vida, a fin de cuentas uno es un
hombre y no puede negarlo. Dice que el hombre de pensamiento independiente
puede reírse del teatro que representan los soberbios que visten de seda.
Cuando pensamos en cómo nuestro Salvador se humilló para
asociarse con nosotros en nuestra condición humilde, es absurdo que no
hagamos lo mismo con los demás.
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lunes, 18 de septiembre de 2017


REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

19 de SEPTIEMBRE

“ Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió
por los impíos” (Romanos 5:6).
Cristo no vino a llamar a los justos ni murió por los buenos. No fue
a la Cruz por las personas decentes, respetables y refinadas. Él murió por
los impíos.
Desde el punto de vista de Dios, toda la humanidad es impía. Todos
nacimos en pecado y fuimos formados en iniquidad. Como la oveja perdida,
nos hemos descarriado y hemos tomado nuestro propio camino. Ante los
ojos inmaculados de Dios, somos depravados, impuros y rebeldes.
Nuestros mejores esfuerzos para hacer lo que es justo no son sino trapos de
inmundicia.
El problema está en que la mayoría de la gente no quiere admitir
que es impía. Al compararse con los criminales de la sociedad se imaginan
que son aptas para el cielo. Son como la señora rica de la alta sociedad que
se enorgullecía de su trato social y sus caridades públicas. En una ocasión,
cuando un vecino creyente testificaba a una señora así, ella le decía que no
tenía necesidad de ser salva porque sus buenas obras eran suficientes. Le
recordó que era miembro de la iglesia y que venía de un antiguo linaje de
“cristianos”. El cristiano tomó un pedazo de papel, escribió sobre él con
letras mayúsculas la palabra IMPÍA, se lo devolvió y le dijo: “¿Le
molestaría que lo prendiera a su blusa?” Cuando vio la palabra IMPÍA, se
erizó y le dijo: “Desde luego que me molesta”. “Nadie va a decirme que soy
impía”. Entonces el cristiano le explicó que al negarse a admitir su
condición pecaminosa y perdida, se privaba a sí misma de cualquier
beneficio de la obra salvadora de Cristo. Si no confesaba que era impía,
entonces Cristo no había muerto por ella. Si no estaba perdida, entonces
¿cómo podía ser salva? Si estaba sana, no necesitaba del Gran Médico.
Hubo una vez una fiesta muy especial en un enorme auditorio
cívico, la cual era para niños ciegos y lisiados. Los jovencitos llegaron en
sillas de ruedas, muletas y conducidos de la mano. Mientras la fiesta
transcurría, un policía encontró a un niñito llorando en la entrada del
edificio.
“¿Por qué lloras?” le preguntó compasivamente.
“Porque no me dejan entrar”.
“¿Por qué no te dejan entrar?”
El pequeñín respondió: “porque la fiesta no tiene que ver conmigo”.
Es lo mismo que sucede con la fiesta del Evangelio. Si no tiene
nada que ver contigo, no puedes entrar. Para poder tener acceso tienes que
demostrar que eres pecador. Tienes que reconocer que eres impío.
Jesucristo vino a morir por los impíos. Como decía Robert Munger: “La
Iglesia es la única comunidad del mundo donde el único requisito para ser
miembro es la indignidad del candidato”
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Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7,11-17):

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre. 
Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores.»
Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces dijo Jesús: «Joven, yo te lo mando: levántate.»
Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.
Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.»
La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Palabra del Señor

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA :

Queridos hermanos:

En una sociedad en que la seguridad de la mujer dependía de los hombres, esta viuda, que perdido a su hijo único, se encuentra indefensa y en la ruina total. Sobre ella se acumulan las desgracias. Pero, por otra parte, Jesús había declarado dichosos a los pobres y pequeños, a cuyo número pertenece ciertamente esta mujer. (Lc 6, 20-21)

Al hacer revivir a su hijo, Jesús provoca en el pueblo una confesión de fe en su persona y en la misericordia de Dios (Lc 7,16)

Esta resurrección es, con la de la hija de Jairo, la única que nos refiere Lucas: por un lado, madre-hijo; por otro, padre-hija. Se trata de jóvenes, cuya muerte es particularmente trágica.

Llama la atención que la madre angustiada y desesperada no lucha con toda su fe por recobrar vivo al hijo único, llora desconsolada. Este milagro tiene como única motivación la compasión y el poder de Jesús, que ocupa el centro del relato, como omnipotente vencedor y señor sobre la muerte.

El cortejo fúnebre sale de la ciudad por la puerta. Jesús, a quien presenta Lucas como maestro, está de camino y justamente en este momento va a entrar con sus discípulos en la ciudad. Este caminar de Jesús tiene un relieve muy especial en el desarrollo de la historia de la salvación, como subrayará Lucas.

Todo comienza por la mirada de Jesús a la madre. Y esta mirada provoca en él una infinita compasión por aquella mujer aplastada por el dolor. El Dios de Lucas es compasivo, también lo es su Mesías. Pero además de este impulso del corazón, Jesús tiene poder para cambiar los destinos de las personas. Dice a la madre: “No llores”. El consuelo tiene su fuente en Dios, que puede despertar a los muertos. Y Jesús manifiesta este designio y esta voluntad de vida no por una nueva palabra, sino por un gesto, el de tocar el féretro. Y a continuación la palabra de Jesús da la vida y levanta al joven que iban a enterrar. Al devolver el hijo a su madre, Jesús se revela como señor de la vida.
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