martes, 18 de abril de 2017

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):

En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.»
Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Palabra del Señor :

Te damos gracias Padre por permitirnos compartir tu Palabra ; derrama de tu gracia y de tu amor ; tú conoces todas y cada una de nuestras necesidades : espirituales y temporales .

Sabemos que en todos ellos : tú nos asistes , fructificas , provees y sanas todo por tu Divina providencia .

Te damos gracias Padre en el Nombre de tu Hijo amado , Nuestro Señor Jesucristo . Amén

COMENTARIO DEL EVANGELIO DEL DÍA :

¡Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo!

Los textos de la resurrección son verdaderas catequesis para los que buscamos avanzar en el camino de la fe. En ellos se encuentran plasmados el itinerario de fe de los primeros discípulos. Es un itinerario que nos permite ver cómo la resurrección cambia la mirada y el corazón de aquellos que se dejan encontrar por el Resucitado. Es un camino que lleva de la desolación y la tristeza provocadas por muerte a la alegría de quien fue transformado por la mirada de Jesús resucitado.

La experiencia María Magdalena, discípula y seguidora de Jesús, nos enseña que no basta encontrarnos con el Señor simplemente o, mejor dicho, que Él nos encuentre. Es necesario también reconocerle. El “hortelano”, así como los ángeles, le dirigen una misma pregunta: “¿Por qué lloras?” No es una pregunta por mera curiosidad. En ella, María puede expresar sus sentimientos, su deseo de “ver” a Jesús, aunque esté muerto. En ella, nos damos cuenta que la “ausencia” de Jesús causa desconsuelo a todos los que fueron alcanzados por la mirada de su misericordia, que la vida pierde su sentido sin Él, pierde su orientación.

Sin embargo, el “hortelano” le dirige una pregunta más: ¿A quien buscas? Es una pregunta que se dirige no solo a María, sino a los discípulos de todos los tiempos: ¿A quien buscamos? ¿Buscamos a un Dios a nuestra medida, un tapagujeros, o a un Dios que nos interpela, nos supera y nos mueve a buscarle en todos los rincones de la vida? La respuesta a esa pregunta tiene que ver con la consistencia de nuestro compromiso bautismal. Con esa pregunta, Jesús nos enseña que la vida cristiana no es un contenido de doctrinas al que damos nuestro consentimiento, sino un camino de búsqueda que nos lleva por caminos inesperados.

En el relato de hoy, todo cambia con una sola palabra: “¡María!”. Ella sólo fue capaz de reconocer que el “hortelano”, en verdad, era el propio Jesús, porque su nombre fue pronunciado por Él. Como a ella, también hoy Jesús sigue llamándonos por nuestro nombre. El Dios revelado en Jesús no se relaciona con nosotros de modo impersonal. Nos llamar por nuestro nombre, y esto supone identidad para nosotros, que no le somos extraños. En medio del anonimato, en que muchos viven en las ciudades, reconocidos muchas veces por un número de identificación o por un rol que ocupan en la sociedad, descubrimos que Dios conoce a todos sus hijos, se interesa por sus dramas, les llama por su nombre.
La imagen puede contener: 1 persona
😍
San Perfecto
18 de abril Siglo IX
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, san Perfecto, presbítero y mártir, que fue encarcelado y después degollado por los sarracenos, por haber combatido la doctrina de Mahoma y confesado con firmeza su fe en Cristo.

Nombre
Perfecto (Masculino)
Celebran
Perfecto
Otros santos
Otros santos con nombre Perfecto
Falleció
en Córdoba, en el actual España
Celebración
18 de abril
Vida de San Perfecto

Fue el primero de los mártires cristianos que ocasionó la persecución de Abd al-Rahman II, el emir de al-Andalus, hijo y sucesor de Al-Hakam I, en el año 850. San Eulogio, contemporáneo suyo, comienza con el relato de su martirio el Memorial de los mártires.
Hijo de padres cristianos y nacido en Córdoba, conocedor del idioma árabe, aparece vinculado a la Iglesia de san Acisclo donde se formó y se ordenó sacerdote, cuando es pleno el dominio musulmán.
En el año 850 se abre una etapa de mayor rigor e intransigLa imagen puede contener: 2 personasencia musulmana que rompe la convivencia hasta el momento equilibrada entre las poblaciones monoteístas de la ciudad. El presbítero Perfecto encabeza la lista de los mártires cordobeses del siglo IX.
En los comienzos del 850 le rodea un malintencionado grupo de musulmanes; le preguntan su parecer acerca de Cristo y de Mahoma. Perfecto expresó con claridad su fe en Jesucristo. Ante su insistencia y con la promesa de impunidad, con la misma claridad expone lo que pensaba sobre quien ellos tenían como profeta: Mahoma es el hombre del demonio, hechicero, adúltero, engañador, maldito de Dios, instrumento de Satanás, venido del infierno para ruina y condenación de las gentes. Han quedado sus interlocutores atónitos, perplejos y enfurecidos. ¿Cómo podrán soportar que se llame al profeta Mahoma mentiroso y a su doctrina abominación? ¿Aceptarán oír que quienes le siguen van a la perdición, tienen ciego el entendimiento y su modo de vivir es una vergüenza?
Le llaman traidor, le llevan al cadí y entra en la cárcel.
Allá, junto al Gaudalquivir, el 18 de abril del 850, en el sitio que se llamó "Campo de la Verdad" por los muchos mártires que se coronaron, fue degollado por odio a la fe que profesaba.
Luego se enterró su cadáver en la iglesia de san Acisclo y sus restos se trasladaron más tarde -en el 1124- a la iglesia de san Pedro.
Su muerte ejemplar alentó a los acorralados y miedosos cristianos. Desde este martirio, habrá quienes se acerquen voluntariamente a los jueces.
OREMOS JUNTOS HERMANOS CON EL SALMO DEL DÍA

Sal 32, 4-5. 18-20. 22

R. La tierra está llena del amor del Señor.

La palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad; él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor. R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

Nuestra alma espera en el Señor; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Señor, que tu amor descienda sobre nosotros, conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.

La imagen puede contener: interior
REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO :

19 de ABRIL

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del
Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en
el nombre del Hijo de Dios” (1 Juan 5:13).
Estaremos eternamente agradecidos a Dios por este versículo
porque nos enseña que la seguridad de la salvación nos llega en primer lugar
por la Palabra de Dios y no por los sentimientos. La Biblia fue escrita, entre
otras razones, para que aquellos que creen en el Nombre del Hijo de Dios
puedan saber que tienen vida eterna.
Podemos estar agradecidos al saber que esta seguridad no depende
de los sentimientos, ya que éstos fluctúan de un día a otro. “Dios no nos pide
que digamos: ‘gracias Dios porque me siento muy bien’, sino que fijemos
los ojos en Jesús y Su Palabra”. Una vez alguien preguntó a Martín Lutero:
“¿Sientes que tus pecados han sido perdonados?”, y él contestó: “No, pero
estoy tan seguro de esto como que hay un Dios en el cielo. Porque los
sentimientos van y vienen y son engañosos. Mi garantía es la Palabra de
Dios. Nada es más digno de creerse”. C. I. Scofield nos recuerda que: “la
justificación tiene lugar en la mente de Dios y no en el sistema nervioso del
creyente”. H. A. Ironside acostumbraba decir: “No sé si soy salvo porque
me siento feliz, pero me siento feliz porque sé que soy salvo”. Sabía que era
salvo por la Palabra de Dios.
Cuando vemos que el Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu de que somos hijos de Dios, debemos recordar que el Espíritu nos
da testimonio principalmente a través de las Escrituras (Ro. 8:16). Por
ejemplo, en Juan 6:47 leemos: “El que cree en mí, tiene vida eterna”.
Sabemos que hemos confiado en Cristo para nuestra salvación eterna; Él es
nuestra única esperanza para el cielo. Por lo tanto, el Espíritu de Dios nos
da testimonio, a través de este versículo, de que somos hijos de Dios.
Por supuesto que también hay otros medios que nos aseguran que
poseemos la salvación: sabemos que somos salvos porque amamos a los
hermanos, aborrecemos el pecado y practicamos la justicia, amamos la
Palabra de Dios y tenemos el instinto de oración. Pero el más importante y
fundamental de estos es la Palabra de Dios, el instrumento más confiable y
preciso del universo. George Cutting decía en su tratado memorable
“Seguridad, Certeza y Gozo”: “Es la sangre la que nos salva; es la Palabra
la que nos lo asegura”.
La imagen puede contener: 1 persona, interior

sábado, 8 de abril de 2017

Evangelio de mañana
Evangelio segúnto según San Mateo (26,14–27,66), del domingo, 9 de abril de 2017
96
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo (26,14–27,66):

C. En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
S. «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
C. Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
C. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
S. -«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
C. Él contestó:
+ «Id a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos."»
C. Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
C. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
+ «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
C. Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
S. «¿Soy yo acaso, Señor?»
C. Él respondió:
+ «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
C. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
S. «¿Soy yo acaso, Maestro?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo has dicho.»
C. Durante la cena, Jesús cogió pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
+ «Tomad, comed: esto es mi cuerpo.»
C.. Y, cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias y se la dio diciendo:
+ «Bebed todos; porque ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos para el perdón de los pecados. Y os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre.»
C. Cantaron el salmo y salieron para el monte de los Olivos.
C. Entonces Jesús les dijo:
+ «Esta noche vais a caer todos por mi causa, porque está escrito: "Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño." Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.»
C. Pedro replicó:
S. «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.»
C. Jesús le dijo:
+ «Te aseguro que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.»
C . Pedro le replicó:
S. «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. »
C. Y lo mismo decían los demás discípulos.
C. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
+ «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»
C. Y, llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces dijo:
+ «Me muero de tristeza: quedaos aquí y velad conmigo.»
C. Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si es posible, que pase y se aleje de mí ese cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.»
C. Y se acercó a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
+ «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu es decidido, pero la carne es débil.»
C. De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
+ «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.»
C. Y, viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados. Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba, repitiendo las mismas palabras. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo:
+ «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.»
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
S. «Al que yo bese, ése es; detenedlo.»
C. Después se acercó a Jesús y le dijo:
S. «¡Salve, Maestro!»
C. Y lo besó. Pero Jesús le contestó:
+ «Amigo, ¿a qué vienes?»
C. Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano para detenerlo. Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo:
+ «Envaina la espada; quien usa espada, a espada morirá. ¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría en seguida más de doce legiones de ángeles. Pero entonces no se cumpliría la Escritura, que dice que esto tiene que pasar.»
C. Entonces dijo Jesús a la gente:
+ «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me detuvisteis.»
C. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. Los que detuvieron a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos, hasta el palacio del sumo sacerdote, y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver en qué paraba aquello. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos, que dijeron:
S. «Éste ha dicho: "Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días."»
C. El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo:
S. «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?»
C. Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
S. «Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: Desde ahora veréis que el Hijo del hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene sobre las nubes del cielo.»
C. Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo:
S. «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué decidís?»
C. Y ellos contestaron:
S. «Es reo de muerte.»
C. Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon, diciendo:
S. «Haz de profeta, Mesías; ¿quién te ha pegado?»
C. Pedro estaba sentado fuera en el patio, y se le acercó una criada y le dijo:
S. «También tú andabas con Jesús el Galileo.»
C. Él lo negó delante de todos, diciendo:
S. «No sé qué quieres decir.»
C. Y, al salir al portal, lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
S. «Éste andaba con Jesús el Nazareno.»
C. Otra vez negó él con juramento:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
S. «Seguro; tú también eres de ellos, te delata tu acento.»
C. Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar, diciendo:
S. «No conozco a ese hombre.»
C. Y en seguida cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente. Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. Entonces Judas, el traidor, al ver que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos, diciendo:
S. «He pecado, he entregado a la muerte a un inocente.»
C. Pero ellos dijeron:
S. «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!»
C. Él, arrojando las monedas en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes, recogiendo las monedas, dijeron:
S. «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.»
C. Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». Así se cumplió lo escrito por Jeremías, el profeta: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor.» Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y, mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos, no contestaba nada. Entonces Pilato le preguntó:
S. «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?»
C. Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la fiesta, el gobernador solía soltar un preso, el que la gente quisiera. Había entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Cuando la gente acudió, les dijo Pilato:
S. «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?»
C. Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir:
S. «No te metas con ese justo, porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.»
C. Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente que pidieran el indulto de Barrabás y la muerte de Jesús. El gobernador preguntó:
S. «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Barrabás.»
C. Pilato les preguntó:
S. «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?»
C. Contestaron todos:
S. «Que lo crucifiquen.»
C. Pilato insistió:
S. «Pues, ¿qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban más fuerte:
S. «¡Que lo crucifiquen!»
C. Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos en presencia de la multitud, diciendo:
S. «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!»
C. Y el pueblo entero contestó:
S. «¡Su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
C. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la compañía; lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él, diciendo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir: «La Calavera»), le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de crucificarlo, se repartieron su ropa, echándola a suertes, y luego se sentaron a custodiarlo. Encima de su cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo injuriaban y decían, meneando la cabeza:
S. «Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y él no se puede salvar. ¿No es el rey de Israel? Que baje ahora de la cruz, y le creeremos. ¿No ha confiado en Dios? Si tanto lo quiere Dios, que lo libre ahora. ¿No decía que era Hijo de Dios?»
C. Hasta los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. Desde el mediodía hasta la media tarde, vinieron tinieblas sobre toda aquella región. A media tarde, Jesús gritó:
+ «Elí, Elí, lamá sabaktaní.»
C. (Es decir:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»)
C. Al oírlo, algunos de los que estaban por allí dijeron:
S. «A Elías llama éste.»
C. Uno de ellos fue corriendo; en seguida, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio a beber. Los demás decían:
S. «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.»
C. Jesús dio otro grito fuerte y exhaló el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. Entonces, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se rajaron. Las tumbas se abrieron, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron. Después que él resucitó, salieron de las tumbas, entraron en la Ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, el ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados:
S. «Realmente éste era Hijo de Dios.»
C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderlo; entre ellas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los Zebedeos. Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí, sentadas enfrente del sepulcro. A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
S. «Señor, nos hemos acordado que aquel impostor, estando en vida, anunció: "A los tres días resucitaré." Por eso, da orden de que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos." La última impostura sería peor que la primera.»
C. Pilato contestó:
S. «Ahí tenéis la guardia. Id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.»
C. Ellos fueron, sellaron la piedra y con la guardia aseguraron la vigilancia del sepulcro.

Palabra del Señor :

Queridos hermanos:

¿Entrada triunfal? Miremos el texto y quizás nos demos cuenta, que la intención de Jesús, no coincide con nuestras visiones más triunfalistas. De hecho, entra montado en un asno (pollino), sabe que camina hacia la muerte y que acabará entronizado en una cruz. Los apóstoles también lo sospechan, como vimos el domingo anterior, pero como nosotros, disfrutan del momento. Creen, a pesar de todo lo que han escuchado y vivido en esos años, que puede ser el momento de ascender al poder. La tentación de politizar su misión, ha estado siempre presente en la Iglesia, Jesucristo es Rey, pero un Rey que reina como veremos en esta Semana Santa, desde el servicio y el amor (Jueves Santo) y la cruz (Viernes Santo).

Es preciso no inventarse un Jesús distinto al de los Evangelios, sin adaptarle a nuestras fantasías o ilusiones, el Resucitado es el Crucificado, nuestra fe nos invita a seguir su camino, no nuestras intuiciones. Nos lo deja meridianamente claro San Pablo en su Himno a los Filipenses, que leemos hoy. Es un buen resumen para estos días que comenzamos: “Cristo a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios: al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos”. No tengamos grandes pretensiones o añoremos privilegios, ésto no es una metáfora, el Jueves Santo lo veremos lavando los pies, como hacían los esclavos.

“Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz”. Lo había dicho antes Isaías en la primera lectura: “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado”. ¡Escandaloso!, no parece que se esté muy dispuesto a pagar tan alto precio por la salvación de otros. En estos días, no se trata sólo de recordar lo que sucedió o reunirnos para celebrar procesiones o actos especiales. La cruz, como el algodón (que decía el anuncio), no engaña, es tiempo como se nos dice, de tener los mismos sentimientos de Cristo, el asunto no es subir, sino rebajarse.

“Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo y en la tierra y el abismo, y toda lengua proclame: ¡Jesucristo es Señor!, para gloria de Dios Padre”. Es duro el camino, pero quién dijo que llegar a la Pascua, al Reino, era fácil. Pocas entradas triunfales nos esperan, aunque algunos se alucinen con estadios llenos, plazas, templos, tendremos que aprender a vivir en minoridad, pequeñas comunidades, ser fermento, anunciando que Dios nos quiere y en estos días muere, para dar vida al hombre.

Difícil nuestra condición de hombres. Los mismos que hoy le reciben como rey, días después piden su muerte. Difícil también nuestra condición de creyentes. Los discípulos que hoy parecen felices cantando cantos y siguiendo al Maestro, dentro de unos días le abandonarán y le negarán tres veces. Tenemos toda una semana para meditar, en lo más central de la vida cristiana, la fiesta de hoy es el pórtico, por eso leemos la Pasión. En todos los personajes que aparecen en ella, encontraremos algo de nosotros, la cobardía, el lavarse las manos, la traición, la fe del centurión, las mujeres al pie de la cruz…pero sobre todo, en ese Calvario tenemos que ver a los crucificados. Nuestras cruces muchas veces son de palillos, pero hay gentes a nuestro alrededor, que llevan cruces que son difíciles de soportar.

Terminemos diciendo con Isaías en la primera lectura: “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me he echado atrás”. Estamos buscando la Pascua, ni un paso atrás.
 La imagen puede contener: 9 personas
REFLEXIONES PARA CADA DÍA DEL AÑO : 

9 de ABRIL

“Como cordero fue llevado al matadero...” (Isaías 53:7b).
Una vez vi cómo moría un cordero. Fue una escena terrible y
conmovedora.
Al ser llevado al lugar de ejecución, parecía especialmente
hermoso. A los niños les habría encantado abrazarlo. Los cachorros de cada
especie son guapísimos —gatitos, perritos, pollitos, becerros y potros—
pero un cordero es peculiarmente bello.
De pie ahí, era un cuadro de la inocencia. Su blanco vellón sin
mancha daba la apariencia de pureza. Era suave y apacible, indefenso y
desvalido. Sus ojos, especialmente expresivos, llenos de miedo, eran de una
emoción conmovedora. Parecía no haber razón para que alguien tan
hermoso y joven tuviera que morir.
Le ataron las patas y, tendido sobre un costado, respiraba pesadamente
como si presintiera la cercanía de la muerte. Con un diestro movimiento, el
carnicero pasó el cuchillo por la garganta y la sangre se derramó sobre el suelo.
El pequeño cuerpo se convulsionaba con las angustias de la muerte; un poco
después yacía inmóvil. El noble cordero había muerto.
Algunos de los espectadores ocultaron la vista de aquella escena
desoladora; era demasiado triste para mirar. Otros lloraban. Nadie quería
hablar.
Por la fe veo a otro Cordero muriendo: el Cordero de Dios. La
escena es bendita y terrible.
Este Cordero es del todo codiciable, señalado entre diez mil, el más
justo de los justos. Cuando es llevado al lugar de ejecución, está en la flor
de la vida.
No sólo es inocente, es santo, inofensivo, separado de los
pecadores y sin mancha. No parece haber razón para que alguien tan puro
tenga que morir.
Pero sus verdugos le toman y fijan con clavos sus manos y pies a la
Cruz. Allí sufre los densos tormentos y los horrores del infierno como
Sustituto de los pecadores. A pesar de todo esto Sus ojos están llenos de
amor y perdón.
Mas el tiempo de Su sufrimiento llega a su fin. Entrega el espíritu
y Su cuerpo cuelga flácido de la Cruz. Un soldado atraviesa Su costado...
sangre y agua fluyen a borbotones. El Cordero de Dios ha muerto.
Mi corazón está rebosando. Lágrimas ardientes corren libremente.
¡Caigo de rodillas, le agradezco y alabo! ¡El murió por mí! Nunca cesaré de
amarle.
La imagen puede contener: 1 persona, interior
Compartimos imágenes de la Mesa de Diálogo realizada hoy viernes, 07 de abril, en el Seminario Metropolitano.

La imagen puede contener: una o varias personas, personas de pie e interiorLa imagen puede contener: 3 personas, personas de pie, árbol y exteriorLa imagen puede contener: 7 personas, personas de pieLa imagen puede contener: 5 personas, personas de pie e interiorLa imagen puede contener: 5 personas, personas sentadas e interiorLa imagen puede contener: 4 personas, personas sentadas, tabla e interiorLa imagen puede contener: 4 personas, personas sentadas, tabla e interiorLa imagen puede contener: 3 personas, personas en el escenario e interior

OREMOS HERMANOS CON EL SALMO DEL DÍA DE HOY :

Jr 31,10.11-12ab.13

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

V/. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla a las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño. R/.

V/. Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte».
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

V/. Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
La imagen puede contener: 1 persona, de pie, exterior y naturaleza
HOY , 8 DE ABRIL , RECORDAMOS A SAN DIONISIO , OBISPO DE CORINTO : 

Durante el reinado del emperador Marco Aurelio, San Dionisio fue uno de los más distinguidos hombres de Iglesia del siglo II. Además de instruir y guiar a su grey, el santo escribió; cartas a las Iglesia de Atenas, Lacedomonia, Nicomedia, Knosos y Roma, a los cristianos de Sortina y Amastris. Casi todas las herejías de los tresprimeros siglos provenían de los principios de la filosofía pagana por lo que San Dionisio se dedicó; hacerlo notar entre sus fieles y a descubrir la escuela filosófica que había dado origen a cada herejía.

Por otro lado, San Dionisio exhortaba a menudo a sus fieles y a las otras iglesias a practicar la caridad y solidaridad con aquellas comunidades cristianas que más lo necesitaban. Aunque es probable que Dionisio haya muerto naturalmente, los griegos lo veneran como mártir, por lo mucho que sufrió; por la fe.
La imagen puede contener: una o varias personas y personas de pie
ORACIONES PODEROSAS :

ORACIÓN DE SÚPLICA A MARÍA AUXILIADORA PARA CASOS DIFÍCILES Y DESESPERADOS

Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.

Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.

Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.

Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.

Gracias Madre María Santísima Auxiliadora , Madre de Dios y Madre mía , por todas las gracias y milagros recibidos por tu mediación , y por los que voy a recibir . Amén
La imagen puede contener: una o varias personas e interior